lunes, 4 de junio de 2007

Misterios del Calendario Bahá'í

El siguiente ensayo está dedicado a los misterios y alusiones del calendario Bahá'í,y a las dimensiones más abstrusas de los Días Intercalarios, los Ayyám-i Há. Incluye varias traducciones provisionales de escritos del Báb y el Maestro que iluminan enormemente la temática.

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El Renacer del Tiempo: Los ritmos profundos del calendario y los júbilos misteriosos de Ayyám-i Há


El Tercer Día, puso Dios en el cielo dos grandes luceros, que al brillar dieron a luz al tiempo, a los meses, los años, primaveras, otoños, inviernos, veranos, a los días – colores del tiempo y los calendarios.

"Y fue la tarde y fue la mañana del tercer día. Entonces dijo Dios: ‘Haya lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el día de la noche, para servir de señales, para las estaciones y para los días y los años. Así sirvan de lumbreras para que alumbren la tierra desde la bóveda del cielo.’ Y fue así." (Génesis, 13-15)

Platón en su Timeo también narró tradiciones orales ya entonces antiguas en boca del viejo Critias, sugiriendo de manera similar que los astros y las horas eran hermanos gemelos.

"El tiempo, entonces, nació en el mismo instante que el cielo, siendo creados juntos. Fue formado de acuerdo con la naturaleza eterna, para que se le pareciera lo más posible."

La cronología, por tanto, desde el albor de la historia, ha sido (es cierto) pálido y humano reflejo del cielo, hojarasca mecida por el vaivén de los astros. Así los calendarios de la humanidad, a veces prosaicos instrumentos de planificación cotidiana, pulsan sin embargo al ritmo de galaxias - en especial de la nuestra, tan pequeña en el todo pero tan inasible a nuestra incapacidad.

Por su parte’ Abdu’l-Bahá nos dice que la tierra "es el espejo del Reino" y que "el mundo material se corresponde con el mundo espiritual."[1] Mientras Bahá’u’lláh, en el Lawh-i Haqqu’n-Nás, tabla maravillosa sobre la vida después de la muerte (aún por traducir oficialmente) declara:

"lo que hayas tú visto en este perecedero y limitado mundo, sea cual fuere su nombre y carácter y cualquiera su forma o atributo descriptivo, se manifiesta y es percibido a la vez en cada uno de los mundos divinos de manera adecuada y propia a cada mundo"[2]

Así la creación del cielo, la aparición de las grandes lumbreras "para servir de señales", y hasta el nacer del tiempo en estaciones meramente terrestres tienen su contraparte en los mundos ilimitados e inmortales del alma:

"En este mundo material el tiempo conoce ciclos; los lugares mudan de aspecto con la alternancia de las estaciones; y las almas son capaces de educarse, hacer progresos, y también de retroceder… Los ciclos espirituales del Sol de la Realidad son como los ciclos del sol físico: se suceden y renuevan constantemente."[3]

Y así como el Cosmos mismo engendra y destruye en sus ciclos nébulas, astros, sistemas solares, planetas, constelaciones, cometas; en el Espíritu también los mismísimos cielos se rasgan y se repliegan, los astros se derrumban o fenecen, las montañas desaparecen y la tierra es hendida en un cataclismo, tan o más numinoso y tremendo ante los ojos del alma como el prospecto certero y lejano del fin de nuestro universo. Y desde la destrucción: una nueva creación, un cielo nuevo, el Tiempo renovado.

"Atestiguo que tan pronto la Primera Palabra hubo emanado de su boca… la creación entera fue revolucionada, y todos los que están en los cielos y en la tierra fueron conmovidos hasta lo más profundo. Por medio de esa Palabra las realidades de todas las cosas creadas fueron sacudidas, fueron divididas, separadas, esparcidas, combinadas y reunidas, descubriendo, tanto en el mundo contingente como en el reino celestial, entidades de una nueva creación" (Bahá'u'lláh, Oraciones y Meditaciones, CLXXVIII)

"El cielo de todas las religiones ha sido rasgado, la tierra del entendimiento humano ha sido hendida, y se ve descender a los ángeles de Dios. Di: Éste es el Día del mutuo engaño; ¿hacia dónde huís? Las montañas han desaparecido y los cielos se han replegado, y toda la tierra está asida por Su mano, si pudierais entenderlo."

(Bahá'u'lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, XVIII)

"Por ‘Cielo’" - explica Bahá’u’lláh - "hay que entender el cielo de la Revelación divina, que es alzado con toda Manifestación y despedazado con la siguiente. ‘Hendido’ indica que la Dispensación anterior es reemplazada y abrogada. ¡Juro por Dios" - enfatiza el mismo Hendidor de firmamentos - "que el hendimiento de este cielo es, para los que disciernen, un acto más poderoso que el rompimiento de la esfera celeste!" (Bahá'u'lláh, Kitab-i Iqan Libro de la Certeza)

Lo que explica la multiplicidad de calendarios, a pesar de seguir todos ellos la pauta de un solo sistema solar, un cielo común, dos simples lumbreras que a toda la tierra iluminan. Pues no solo siguen nuestros calendarios la pauta de los orbes celestes, sino también de los espirituales, y cuando los cielos divinos cambian, no es sorpresa que cambien los calendarios, de tal forma que cada Revelación divina, cada nueva religión, implica un calendario propio, forjado por creyentes visionarios y adoptado por las nuevas civilizaciones que son fruto del acto divino en la historia.

El calendario Bahá’í, empero, cuenta con una distinción única, al ser rayo mismo del Sol, emanación directa de la mente de dos Manifestaciones de Dios, ideado por el Báb (Rey de los Mensajeros)[4], y completado por Bahá’u’lláh, de Quien aquel mismo Monarca se declarara humilde Servidor.

De hecho, los orígenes del calendario Bahá’í, designado Badí (maravilloso), se remontan a una oración visionaria de los guías primeros del Islam Shi’ita, los doce Imáms descendientes del Profeta, y específicamente al quinto de éstos, Imám Muhammad al-Báqir (677–732 CE). Esta oración, dedicada a la alborada, consiste de una serie de invocaciones de los atributos de Dios, y comienza:

"O Dios mío! Te imploro por tu gloria (Bahá), en su esplendor supremo (bi-Abhá’hu), pues tuya es la gloria (Bahá) total, lo luminoso (al-Bahíyy). Te invoco en verdad, O Dios mío, por la plenitud de tu gloria (Bahá)!"[5]

Prosigue la plegaria de manera similar, invocando a Dios por los mismos atributos que hoy componen el calendario Bahá’í, terminando con Alteza (‘Ala), el título particular del Báb. De esta importante plegaria dijo el sexto Imám Shi’ita, Imám Ja'far al-Sádiq (d.765 CE), tan citado en nuestros escritos sagrados, que contenía entre sus lineas el "Más Grande Nombre" (al-ism al-a'zam), anticipando así por once siglos el develar del mismo Nombre por Mirzá Huseyn ‘Alí, Quién en sus odas poéticas, como en la Tabla del Fuego, se refirió a Sí Mismo simplemente como Bahá.

Fue el Báb Quien, primero en su Libro de los Nombres (Kitáb al-Asmá'), y más adelante en el tercer capítulo del quinto vahid de su Bayán Persa, tejió con los atributos divinos mencionados en esta Plegaria Shi’ita del Alba, el calendario Badí que renovó el tiempo. Dividió el calendario en cuatro períodos y cada período asignó una gracia especial:

"Dios ha fijado el numero de todos los años a partir de la manifestación del Bayan de acuerdo al nombre de todas las cosas (kullu’ shay’ = 361), fijando cada año en 19 meses, y cada mes en 19 días… Y el primer mes será llamado Bahá, y el último ‘Ala. Y los primeros tres meses han sido designados especialmente para la glorificación (tasbih) ya que en ellos es creado el fuego en el corazón de todas las cosas; y en los cuatro meses siguientes, que son los meses de la alabanza (tahmid), son creados los espíritus de todas las cosas contingentes, pues en ellos es brindado el sustento; y en los seis meses subsecuentes , que son los meses de la unidad divina (tawhid), Dios causa el perecimiento de todos los seres existentes, no mediante una muerte corporal sino a traves de la muerte a la negación y la vida en el asentimiento; y en los seis meses siguientes, que son los meses del enaltecimiento (takbir), Dios da vida a aquellos que han muerto al amor de cualquiera que no sea El, y han permanecido establecidos firmemente en Su amor."[6]

El calendario Bahá’í, entonces, cuando es vivido profundamente y con claridad espiritual, no es tanto un marcador de días sino una profunda experiencia mística y un acto constante de adoración y ensalzamiento divino, con grandes dádivas ocultas en su cíclico devenir. Se puede resumir esta concepción del calendario Badí’ legada a nosotros por su Arquitecto divino de esta forma:

Primer Período Espiritual, Glorificación de Dios: Fuego del amor divino encendido en los corazones

1. Bahá Esplendor 21 de marzo

2. Jalál Gloria 9 de abril

3. Jamál Belleza 28 de abril



Segundo Período Espiritual, Alabanza de Dios: Creación de los espíritus contingentes, sustento espiritual

4. 'Azamat Grandeza 17 de mayo

5. Núr Luz 5 de junio

6. Rahmat Misericordia 24 de junio

7. Kalimát Palabras 13 de julio


Tercer Período Espiritual, declaración de la Unidad Divina: Muerte a la negación y vida en el asentimiento Cuarto Período Espiritual

8. Kamál Perfección 1º de agosto

9. Asmá' Nombres 20 de agosto

10. 'Izzat Fuerza 8 de septiembre

11. Mashíyyat Voluntad 27 de septiembre

12. 'Ilm Conocimiento 16 de octubre

13. Qudrat Poder 4 de noviembre


Cuarto Periodo Espiritual, Enaltecimiento de Dios: Vivificación de quienes han muerto a todos mas que Dios y se han mantenido firmes en Su amor

14. Qawl Expresión 23 de noviembre

15. Masá'il Preguntas 12 de diciembre

16. Sharaf Honor 31 de diciembre

17. Sultán Soberanía 19 de enero

18. Mulk Dominio 7 de febrero

19. 'Alá' Sublimidad 2 de marzo



En el Kitáb-i Aqdas Bahá’u’lláh ratificó el calendario Badí’, declarando:

"El número de meses del año es diecinueve, según lo fijado en el Libro de

Dios. De éstos, el primero ha sido adornado con este Nombre cuya protección se

extiende sobre la creación entera."

(Bahá'u'lláh, The Kitab-i-Aqdas, párrafo 147)


Es notable que el Báb haya dejado su hermoso calendario incompleto en el Bayán, sin asignar los cuatro días necesarios para completar Su calendario solar (cinco en bisiestos). En esto hay un simbolismo sutil y hermoso, subrayando la hermandad de las Manifestaciones Gemelas del Báb y Bahá’u’lláh, que Shoghi Efendi declarara característica y distinción única reservada para esta sabia Fé. En el calendario Badí’ el Báb desplegó los atributos de Dios en el tiempo y en la tierra, y en el corazón de los creyentes sinceros. Fue Bahá’u’lláh, como Manifestación cúspide de Dios, quién asignó los días restantes al calendario Badí’, elevandolos por encima de todo nombre o atributo:

"¡Oh pueblo del mundo! Os hemos prescrito ayunar durante un breve período, y a su término os hemos designado Naw-Rúz como una fiesta. Así ha resplandecido el Sol de la Expresión sobre el horizonte del Libro, como ha sido decretado por Quien es el Señor del principio y del fin. Que los días sobrantes de los meses se coloquen antes del mes de ayuno. Hemos ordenado que éstos, entre todos los días y las noches, sean las manifestaciones de la letra Há, y por ello no quedan sujetos a los límites del año y sus meses." (Bahá'u'lláh, The Kitab-i-Aqdas, párrafo 16)


Aquí Bahá’u’lláh dice que la razón por la que estos Días de Há, llamados también más pobremente Días Intercalarios, no están sujetos a los límites del año y sus meses es específicamente por ser estos días manifestaciones de la letra Há. Para entender esto hay que saber que la letra Há comienza en árabe la palabra Él (Hú), y la palabra huwiyyat que denota la identidad más intima y esencial de Dios, que Shoghi Efendi traduce como la Esencia Divina. Así por ejemplo en una tabla elucidando el más grande nombre, ‘Abdu’l-Bahá describe la letra Há en Bahá de esta manera:

"Esta há es la há de la realidad (huwiyyat) y esencia del Todo Misericordioso"[7]

Mientras que en una tabla inaudita escrita por Él en su mocedad (se dice tenía 17 años) explicando la tradición Islámica "Yo era un Tesoro Oculto Y deseé ser conocido", dice que huwiyyat es un nombre de "aquella Esencia de la Unidad Primordial, en esa posición superlativa en la que se dice "Dios era, y no había mas nada que Él"[8]

Así los días intercalarios se pueden entender como días dedicados a la Esencia Divina, al Deus Absconditus, a la llamada vía negativa del conocimiento divino, y por esta razón existen, por decirlo así, fuera de lo que Bahá’u’lláh llama "los límites del año y sus meses". Cuando se percibe que estos meses representan y manifiestan los atributos divinos, se entiende que estos días intercalarios, por ser los días de la letra Há, transcienden los nombres y atributos que rigen el calendario y nos transportan a un tiempo sagrado, interrumpido, trascendente. Es apropiado entonces también que el Báb dejara la tarea de asignar estos misteriosos y potentes días al prometido de Sus anhelos y de todas las religiones, Quién representa nada menos que la voz de Dios en Su Manifestación Suprema, aunque ciertamente no final. En esta perspectiva la prórroga del Báb respecto al completar Su calendario puede verse como un acto de amor y un tributo simbólico a la grandeza de Bahá’u’lláh, Aquel a Quien Dios manifestará.

Por último vale la pena apuntar que es el período de Ayyám-i Há para Bahá’u’lláh no una ocasión sombría y solemne, sino una celebración dichosa, pues no solo conmemora la Esencia Incognoscible de Dios sino la buena nueva de Su manifestación en este Día de Días:

"Incumbe al pueblo de Bahá, en el transcurso de estos días, disponer buena mesa para sí mismos, sus parientes y, además de ellos, para los pobres y necesitados, y con regocijo y exultación loar y glorificar a su Señor, cantar Su alabanza y magnificar Su Nombre. Y cuando finalicen estos días de generosidad que preceden al tiempo de comedimiento, que entren en el ayuno. Así lo ha ordenado Quien es el Señor de toda la humanidad." (Bahá'u'lláh, The Kitab-i-Aqdas, párrafo 16).

De tal forma, las lumbreras que iluminan ésta nueva Bóveda Celeste, al aparecer, han no solo renovado el tiempo, sino irradiado los días, los meses, los años, de un esplendor espiritual nunca antes asociado con el mero pasar del tiempo. En verdad, el Cosmos ha sido recreado, y vivimos el júbilo de una nueva plenitud.

"Éste es el Día en el cual la tierra ha comunicado sus nuevas y ha descubierto sus tesoros; en el que los océanos han dado sus perlas y el divino Árbol del Loto su fruto; en el que el Sol ha derramado su esplendor, las Lunas han difundido su luz y los Cielos han revelado sus estrellas, y la Hora sus signos, y la Resurrección su pavorosa majestad; en que las plumas han liberado sus efusiones y los espíritus han descubierto sus misterios." (Libros bahais Español, Ishraqat TABLAS DE BAHÁ'U'LLÁH)

Concluyamos, entonces, elevando con gratitud y alabanza nuestra plegaria en estos misteriosos y dichosos Días Intercalarios, manifestaciones de la letra Há en el polvoriento espejo del mundo, señales de Aquel que no vemos, y sin embargo amamos.

"Mi Dios, mi fuego y mi luz! Han comenzado los días que Tú has designado en tu Libro como los Ayyám-i-Há , oh Tú, que eres el Rey de los nombres, y se aproxima el ayuno que tu exaltadísima Pluma ha ordenado observar a todos los que están en el cielo de tu creación. Te suplico, oh mi Señor, por estos días y por todos aquellos que durante este período se han asido al cordón de tus mandamientos y se han aferrado al asidero de tus preceptos, que concedas que le sea asignado a cada alma un sitio dentro de los recintos de tu corte y un lugar ante la revelación de los resplandores de la luz de tu semblante." (Oraciones Bahá'ís)


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Referencias:

[1] Contestación a unas Preguntas, cap.81

[2] Tabla original publicada por A. Ishraq-Khavari en Má’idiy-i-Asimání, vol. VII, pp. 119-125; traducida al inglés por Mehran Ghasempour, Convergence Magazine, vol 1.1, Spring, 2004

[3] Abdu'l-Baha, Contestacion a unas Preguntas, cap. 14

[4] Bahá'u'lláh, "Tabla de Ahmad", Oraciones Bahá'ís.

[5] citada entre otras fuentes en el clasico texto Shi’ita Mafátíh al-Jinán de Shaykh 'Abbas al-Qummá 228-229, y traducida al inglés por Stephen Lambden para una revista académica aún por publicarse, intitulada Syzigy

[6] Traducción provisional del Báb, Bayán Farsi, 5.3, traducido al francés por Nicolas y al inglés en version abreviada por E.G. Browne.

[7] Citada en A. Ishraq-Khavari en Má’idiy-i-Asimání, vol. II, pp. 101-103

[8] Traducción provisional de tabla publicada en Makátíb-i 'Abdu'l-Bahá, Vol. 2, Cairo, 1330, pp. 2-55; traducida provisionalmente al inglés por Mojan Momen y publicada en www.bahai-library.org/ provisionalshidden.treasure.html



1 comentario:

Cardiela Amézcua dijo...

Gracias por la dimensión, la altura, hondura,la diversidad y la riqueza que otorgas con tu conocimiento del calendario baha'i. Adquieren sentido muchos sucesos insospechados al verles con la luz de los ciclos del calendario.